La ciudad es de verdad un sitio para ir, aunque yo diría que en verano porque hacía un frío que pela. Es precioso, está lleno de gente joven, la vida nocturna es increíble, hay restaurantes de todo tipo, bares, discotecas, rascacielos y edificios coloniales, tiendas de segunda mano, stripclubs..
El sábado por la mañana subimos al Montroyal, un monte al lado del centro de la ciudad, con una de las vistas más bonitas que uno se pueda imaginar.
En los 3 días que hemos estado allí no hemos parado ni un momento, nos hemos caminado toda la ciudad, comido de lujo, salido de fiesta, hablado en francés, en inglés y en español y reído sin parar en el idioma universal.
Anoche cogimos el autobús de vuelta, y hoy a las 7 de la mañana estábamos en Tufts para afrontar de buena y de mala gana la vida cotidiana.
Casas victorianas
Parisinas en un bar
En el mercado

Moi et Montreal

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